La verdad es que no importa si te has muerto una o
dos veces, o ninguna. Siempre estás empezando de nuevo. Eres joven sólo una
vez, pero inmaduro para siempre. No hay instrucciones, pero si las hubiera
serían éstas: has una lista de todo lo que no te gusta de ti y luego tírala.
Eres el que eres, y después de todo no es tan malo como te imaginas. Tira el
equipaje de sobra, el viaje es largo, cargar no te deja mirar hacia delante, y
además jode la espalda. No sigas modas: en 10 años te vas a morir de vergüenza
de haberte puesto eso de todas maneras. Besa a tantos como puedas, deja que te
rompan el corazón, enamórate, cae y vuelve a levantarte. Quizás hay un amor
verdadero, quizás no, pero mientras lo encuentras, lo bailado quién te lo
quita. Come frutas y verduras, vete acostumbrando a que no vas a poder comer
chatarra toda la vida; equivócate, cambia, intenta, falla, reinvéntate. Manda
todo al carajo y empieza de nuevo cada vez que sea necesario. De veras, no pasa
nada, sobre todo si no haces nada. Prueba otros sabores de helado, otras
cervezas, otras pastas de dientes. Arranca el coche un día y no pares hasta que
se acabe la gasolina. Empieza un grupo de rock, ¿por qué no? Toma clases de
baile, aprende italiano, invéntate otro nombre, usa una bicicleta, perdona,
olvida, deja ir, decide quién es imprescindible. Mientras más pasa el tiempo
más difícil es hacer amigos de verdad y más necesitas de alguien que sepa quién
eres sin que tengas que explicárselo: ésos son los amigos, cuídalos y mantenlos
cerca. Aprende que no vas a aprender nada, pero no hay examen final en esta
escuela, ni calificaciones ni graduación ni reunión de exalumnos, gracias a
Dios. Bienvenido al resto de tu vida.
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